POLÎTICA EXTERIOR Y NACIONALISMO

 

La política exterior y el contexto internacional I






Aprendizaje esperado: Explica la política exterior de México ante acontecimientos internacionales.

Énfasis: Explicar la posición de México ante la Primera Guerra Mundial, la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial.

En las sesiones anteriores aprendiste sobre diversos procesos por los que atravesó el país para consolidar su economía, así como la influencia que tuvo la Segunda Guerra Mundial para el desarrollo de la industria y el inicio del proceso conocido como el “Milagro Mexicano”.

¿Alguna vez te has preguntado cómo se relacionaron los sucesos internacionales con lo que ocurría en México?, ¿qué participación tuvo el país en las dos grandes guerras del siglo XX?, ¿cómo actuó México ante la guerra civil española? Más adelante podrás responder estas preguntas y otras más.

Durante casi todo el siglo XX, los periódicos impresos fueron uno de los principales medios de información de los sucesos nacionales y mundiales. Por ello son una fuente básica para conocer el pasado.

En el presente se cuenta con otras opciones, como los videos, por ello, observa y escucha la entrevista al historiador Lorenzo Meyer, quien explica a grandes rasgos algunos temas que se abordarán en la sesión. Obsérvalo del inicio al minuto 04:07.

  1. Entrevista, fragmento A: Lorenzo Meyer, Sistema Público de Radiodifusión

https://drive.google.com/file/d/1-pY_toFJtz6sNU-JZV69k17epLhKGP6A/view

Alemania, a pesar de que perdió la Primera Guerra Mundial, estaba convencida de que ella no era la única causante de ese conflicto y vivía muy resentida por tener que pagar la deuda de la guerra. Ese enojo fortaleció la figura de un líder, Adolfo Hitler, quien convenció a la población de que Alemania tenía que volver a ser grande. Este fue uno de los detonantes de la Segunda Guerra Mundial.

Antes de continuar, debes recordar que, a principios del siglo XX, entre 1914 y 1918, algunas de las potencias más poderosas se enfrentaron en la Gran Guerra, mejor conocida como la Primera Guerra Mundial. Esta contienda se desarrolló fundamentalmente en territorio europeo en dos frentes: el occidental y el oriental.

Al inicio del conflicto armado, los imperios centrales, encabezados por Alemania, lograron importantes victorias sobre Francia, Reino Unido y Rusia, sus principales contrincantes. Sin embargo, en 1917 hubo dos sucesos que cambiaron el curso de la guerra.

Por un lado, Rusia enfrentó una revolución interna y tuvo que retirar a su ejército del campo de batalla, lo que debilitó el frente oriental a favor de las potencias centrales. Por otro, el gobierno estadunidense decidió declarar la guerra a Alemania y envió tropas para apoyar a los británicos y franceses en el frente occidental.

Pero, ¿qué llevó a los Estados Unidos de América a entrar en la guerra? ¿Qué tuvo que ver México en este suceso?

Como sabes, la ubicación de México ha sido estratégica para los Estados Unidos de América a lo largo del tiempo. Ambos países comparten frontera y durante el siglo XIX tuvieron conflictos por el territorio.

Con el inicio del siglo XX y el estallido de la Revolución mexicana, la relación entre los gobiernos mexicano y estadunidense se volvió nuevamente tensa.

La inestabilidad social y política provocada por la lucha revolucionaria fue aprovechada por Estados Unidos para intervenir militarmente en el puerto de Veracruz en 1914 y presionar para tener acceso a los recursos naturales de México.

Por otro lado, en marzo de 1916 fue enviada a nuestro país una expedición, conocida como Expedición Punitiva, de más de diez mil soldados estadunidenses en busca de Francisco Villa, la cual finalizó en febrero de 1917 sin éxito, pues no lograron capturar al caudillo.

Esta situación hizo pensar a Arthur Zimmermann, encargado de las relaciones exteriores de Alemania, que

México podría convertirse en un valioso aliado para evitar que la potencia norteamericana entrara a la Gran Guerra. Por ello, envió un telegrama al embajador alemán en México con indicaciones para presentar de manera oficial al gobierno de Venustiano Carranza una propuesta de alianza con Alemania.

El objetivo de esta alianza era otorgar armamento al nuevo gobierno mexicano para hacer la guerra a los Estados Unidos de América, y con esto recuperar los territorios perdidos en la guerra de intervención norteamericana de 1848. Alemania se comprometía a reconocer inmediatamente esta extensión del territorio como mexicana.

Sin embargo, el famoso telegrama Zimmermann fue interceptado por el gobierno británico, que alertó al presidente Woodrow Wilson sobre lo que podría ocurrir: el surgimiento de un frente de guerra al sur de su frontera y la disposición de Alemania sobre el petróleo mexicano, lo que además implicaría quitar las concesiones dadas a ingleses y estadounidenses.

El gobierno de los Estados Unidos reaccionó inmediatamente al saber de la existencia de dicho telegrama y retiró las tropas estadounidenses, que llevaban casi un año en el golfo de México, pero a cambio presionó al gobierno mexicano para romper relaciones con Alemania y entrar aliados a la guerra.

Venustiano Carranza rechazó oficialmente tanto esta propuesta de Wilson como la del Imperio alemán, y México se declaró neutral. Esto le permitió a Carranza mantener su gobierno sin compromisos ni conflictos internacionales.

Muchos connacionales de origen francés o alemán partieron a pelear a la Gran Guerra a solicitud de los países de origen de sus padres. Pensando que la situación no podía ser peor que la Revolución que se vivía en México, muchos de ellos pagaron su propio transporte y se fueron a Europa, pero se encontraron con una guerra de trincheras terrible. Muchos de ellos no pudieron regresar a nuestro país.

El telegrama Zimmermann, así como el hundimiento del barco RMS Lusitania en 1915, donde perecieron una gran cantidad de estadounidenses, fueron los elementos determinantes para que los Estados Unidos abandonaran su “neutralidad” e ingresaran a la Primera Guerra Mundial el 4 de abril de 1917.

Ahora continua el recorrido con las acciones emprendidas por el gobierno mexicano ante la guerra civil española.

Observa la siguiente imagen, se trata del Guernica. Esta obra de Pablo Picasso representa el ataque aéreo llevado a cabo el 26 de abril de 1937 por la Legión Cóndor de la aviación nazi en contra de la villa vasca de Guernica. Este suceso fue uno de los más sangrientos de la guerra civil española, ya que la población quedó completamente destruida

Si observas con atención, reconocerás algunos de los elementos simbólicos que el artista plasmó, como el toro, que representa la “brutalidad y la sangre”, o el foco o bombilla, que lo relaciona con las bombas que significan “la destrucción masiva de las guerras modernas”. Busca la imagen y explórala con tu familia para descubrir qué otras figuras encuentras.

Recordarás tus clases de Historia de primer año donde aprendiste sobre los totalitarismos surgidos en lo que se conoce como el periodo de entreguerras. Uno de estos totalitarismos fue el franquismo que se desarrolló en España bajo el mando del general Francisco Franco.

La guerra civil española fue un enfrentamiento armado entre partidarios de la Segunda República española, establecida a través de elecciones democráticas en 1931, contra conservadores de las clases altas, el ejército y la Iglesia que querían restaurar el viejo sistema de privilegios ligado a la monarquía mediante un golpe de Estado.

La guerra comenzó en julio de 1936 con el levantamiento militar de Francisco Franco contra el gobierno legítimo. Franco contó con el respaldo de los gobiernos fascistas de Alemania e Italia mediante la provisión de armamento y transporte aéreo de tropas.

Las potencias europeas con gobiernos democráticos como Inglaterra y Francia no intervinieron, temiendo represalias alemanas, sólo la URSS y México tomaron una posición activa en favor de la República.

El gobierno de Lázaro Cárdenas ordenó apoyar con armamento a los republicanos, posteriormente los embajadores mexicanos en Europa gestionaron compras de armas para enviarlas a España.

A pesar de los esfuerzos realizados, en 1939, el Frente Popular ganó la guerra y se estableció la dictadura del general Francisco Franco. Las fuerzas vencedoras persiguieron, encarcelaron y fusilaron a los españoles que habían militado o mostrado simpatía por el gobierno republicano, de ahí que cientos de miles de españoles se vieran obligados a partir hacia el exilio.

Cuando el bando republicano estaba perdiendo la guerra, Cárdenas ofreció recibir en México a los republicanos que escapaban de la represión encabezada por Franco. En 1937, cientos de niños hijos de combatientes fueron enviados a Morelia para ser atendidos y recibir educación.

Lo anterior lo pone por escrito Isidro Fabela en la Carta núm. 1 escrita a Lázaro Cárdenas:

Respecto a la ayuda moral y material que el Gobierno de usted ha concedido al legítimo del señor Azaña, le informaré que nadie se ha atrevido a censurar públicamente la actitud de México, a mi juicio, porque desde el punto de vista jurídico es inatacable.

Observa el siguiente video a través del cual aprenderás un poco más sobre la República española y la guerra civil. Además, conocerás a los poetas que conformaron la Generación del 27 y tuvieron un papel importante en estos sucesos. Obsérvalo del minuto 05:10 a 06:56.

  1. Generación del 1927

http://ventana.televisioneducativa.gob.mx/educamedia/telesecundaria/3/26/1/1479

Durante la guerra civil los partidarios de la República fueron perseguidos y muchos de ellos fueron víctimas de la represión. Esto obligó a miles de personas a escapar de España.

México recibió a una cantidad importante de refugiados, quienes enriquecieron los campos de la ciencia y la cultura mexicana, ya que entre los exiliados llegaron filósofos, pintores, médicos, antropólogos, literatos y científicos, entre otros.

Ahora, la última parada del viaje al pasado: la participación de México en la Segunda Guerra Mundial. Como aprendiste en sesiones anteriores, este conflicto bélico contribuyó a intensificar el proceso de industrialización de nuestro país, ya que se convirtió en un proveedor de diversos productos para Estados Unidos como petróleo, manufacturas y minerales. Además, dicho país requirió mano de obra que sustituyera a los trabajadores que se habían enrolado en el ejército.

La posición de México ante la Segunda Guerra Mundial era de neutralidad, pero se vio obligado a incorporarse al bando de los aliados cuando en mayo de 1942 dos buques petroleros mexicanos llamados Potrero del llano y el Faja de oro fueron hundidos por submarinos alemanes en las costas de Florida.

Aunque la Secretaría de la Defensa y algunos jefes militares se oponían a que México participara en la guerra, ya que pensaban que la labor diplomática era la vía más viable, el presidente Ávila Camacho declaró “estado de guerra” contra las potencias del Eje el 22 de mayo ante el Congreso de la Unión y advirtió a los ciudadanos que “era preferible arrastrar privaciones, sufrimientos y llegar aún a la pérdida de la existencia, que vivir hundidos en el deshonor de la Patria”.

Se organizó la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana mejor conocida como el Escuadrón 201, cuyo nombre oficial era Escuadrón Aéreo de Pelea 201. Se trataba de un escuadrón de cazas mexicano que se entrenó en Estados Unidos y que estaba integrado por elementos en el servicio del ejército con antigüedad y experiencia, así como por jóvenes recién egresados de las diferentes especialidades de colegios militares, y se complementaba con elementos civiles voluntarios provenientes de la Fábrica de Materiales de Guerra.

Conocidos como las Águilas Aztecas, el escuadrón voló como anexo al Grupo 58 de combate de la 5a Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos. El Escuadrón 201 consistía en 30 pilotos y aproximadamente 260 integrantes más con diversas especialidades de aviación, como armeros, peritos en radar y radio, inteligencia, meteorología, administración y mantenimiento. Luchó en contra de los japoneses junto a tropas aliadas en el Pacífico asiático para la liberación de la isla de Luzón, Filipinas.

También, como parte de la estrategia para participar en la guerra, se constituyó la Comisión México-Norteamericana de Defensa Conjunta, integrada por expertos militares de México y Estados Unidos, con el objetivo de examinar, desde un punto de vista técnico, las posibilidades de defensa común.

La alianza con Estados Unidos para participar en la guerra favoreció a México en varios sentidos, por ejemplo, se impulsó el establecimiento de las indemnizaciones de las compañías petroleras que habían sido expropiadas en 1938 por Lázaro Cárdenas y se reanudaron las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña.

Una consecuencia favorable más para México al ingresar a la Segunda Guerra Mundial fue el establecimiento del llamado Programa Bracero, que comenzó en 1942 y duró hasta mediados de la década de 1960. Mediante este programa miles de mexicanos fueron a trabajar al campo estadounidense para suplir la falta de mano de obra, debido a que una parte considerable de los ciudadanos se habían ido a la guerra como soldados.

Tal como lo expresa Ávila Camacho en su quinto informe de gobierno, el programa era para el beneficio de ambos gobiernos:

“Por acuerdo entre ambos gobiernos, el 4 de agosto quedaron determinadas las condiciones en que los trabajadores mexicanos podrán ser contratados para prestar servicios en los Estados Unidos de América. Los requisitos establecidos implican la absoluta seguridad de que nuestros nacionales –que se beneficiarán de un salario mínimo, superior al que rigen en diversas actividades agrícolas– no serán empleados en servicios militares, ni resultarán víctimas de actos discriminatorios, ni serán usados en contra de la posición y de los salarios obtenidos por otros trabajadores, así como la garantía expresa de su sostenimiento y repatriación de acuerdo con el artículo 29 de la Ley Federal del Trabajo”.

La participación de Estados Unidos en la guerra favoreció la economía nacional al aumentar la demanda de productos mexicanos. Esto permitió que las exportaciones agrícolas y manufactureras crecieran.

Sin embargo, al terminar la guerra, las exportaciones manufactureras mexicanas cayeron rápidamente porque las industrias norteamericanas querían recuperar los terrenos perdidos, lo que trajo como consecuencia que las importaciones crecieran.

Aunque tuvo una gran presión por parte de Alemania y Estados Unidos, el presidente Carranza se mantuvo firme y no cedió a las presiones de participar en la Gran Guerra.

Un par de décadas después, el presidente Cárdenas se mantuvo firme en sus convicciones y apoyó a los españoles que luchaban por el gobierno legítimo de la Segunda República.

México logró mantener su política de no intervención o de neutralidad, hasta que se vio obligado a participar en la Segunda Guerra Mundial. Este suceso trajo beneficios para el país, pues favoreció la industrialización y el crecimiento económico.

Las transformaciones en la cultura

Aprendizaje esperado: Reconoce los elementos del nacionalismo revolucionario en el arte y la educación.

Énfasis: Reconocer la presencia del nacionalismo en la cultura y la educación.

 ¿Qué hacemos?

En la sección “Leer para conocer” leerás un fragmento del artículo “El nacionalismo cultural, 1920-1934”, cuyo autor es el historiador Enrique Florescano y que fue publicado en el periódico La Jornada el 26 de agosto de 2004.  

[…] bajo el impulso efervescente del secretario [José Vasconcelos, responsable de la Secretaría de Educación Pública], sin un plan determinado, nació el grandioso proyecto de pintura mural que le dio nuevo aire al ámbito de la cultura, y cuyas primeras realizaciones, La creación (1923) de Diego Rivera, La conquista de Tenochtitlán de Jean Charlot y Los elementos de David Alfaro Siqueiros (1922-1924), pasmaron a la élite cultural de la capital, provocaron polémicas acerbas y dieron paso a un renacimiento único en la historia de México. […]

La innovación de pintar muros en una escala sólo experimentada en la época colonial, la temática de esas pinturas (trabajadores, campesinos, maestros rurales, guerrilleros, héroes y mártires revolucionarios), las técnicas (el fresco), y el lenguaje a veces estentóreo de los pintores, provocaron un choque cultural con los paradigmas tradicionales que se tradujo en virulentos ataques a través de la prensa y en actos de vandalismo.

Sin embargo, la fuerza, el colorido y el mensaje contenido en esas pinturas se incorporaron a la política del Estado surgido de la Revolución, que para legitimarse requería un arte colectivo, escenográfico y persuasivo, dirigido a los grandes sectores populares movilizados por la eclosión revolucionaria. Así, entre 1923 y 1926 tuvo lugar otro gran ciclo de pintura mural, realizado en las paredes del nuevo edificio de la Secretaría de Educación construido por Vasconcelos.

Con sus innovadores y combativos murales, José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros hicieron de este edificio el monumento canónico de la pintura mural mexicana. El edificio de la SEP, con sus dos extensos patios, sus amplias arcadas y largos corredores, era el orgullo arquitectónico del régimen y la mejor prueba de su compromiso con la educación y el progreso futuro de la población.

El tema que domina en esas paredes son los trabajadores ("Entrada en la mina"), las fiestas populares ("Día de Muertos", "Quema de los judas"), y la presencia de los más diversos y contrastados personajes de la vida pública entretejidos en escenas colectivas, donde los cuerpos y rostros de los individuos se agolpan unos con otros formando parte de una abigarrada multitud.

Es decir, en las paredes de la Secretaría de Educación el personaje central es el pueblo, el pueblo en armas, laborando la tierra, trabajando en la fábrica, festinando sus días memorables o estudiando en la escuela, pero siempre como primer actor colectivo. Tal es el contraste brusco que ofrecen estas escenas respecto a la tradición de la pintura académica que le antecede, centrada en el individuo, los grandes personajes y el retrato de la elite empresarial y política.

De acuerdo con las temáticas que promovió el nacionalismo, según el texto, ¿cuál crees que fue el mensaje que los pintores muralistas deseaban transmitir?

  • ¿Cómo son los rasgos de los personajes?
  • ¿Qué están haciendo?
  • ¿A qué suceso crees que corresponde?
  • ¿Qué te llama la atención de este mural?

Este mural se llama La creación y plasma un tema religioso, que es representado por Diego Rivera con elementos indígenas.

En esta sesión continuarás aprendiendo sobre éstos y otros pintores, las características de sus obras y la influencia del movimiento conocido como Muralismo. Además, aprenderás sobre el nacionalismo en la cultura y la educación después de la revolución.

Ahora observa el siguiente video sobre el nacionalismo revolucionario y el Muralismo.

  1. El nacionalismo mexicano en los muros

https://youtu.be/1LQyBrJmby

Como se afirma en el video, con la creación de la Secretaría de Educación Pública, en la segunda década del siglo XX se integraron todas las instituciones culturales y educativas del país que habían estado dispersas. Uno de los principales objetivos de la SEP fue consolidar el proyecto de los gobiernos posteriores a la revolución. En este sentido, los muralistas desempeñaron un papel destacado al plasmar en sus obras las ideas nacionalistas.

José Vasconcelos, el secretario de Educación Pública, conoció a Diego Rivera, el artista le propuso pintar un mural en la Escuela Nacional Preparatoria. Este fue el origen del muralismo, pues más tarde Vasconcelos ofreció los muros del edificio de la Secretaría de Educación Pública para que los artistas plásticos continuaran plasmando sus obras.

Posteriormente fueron invitados a embellecer otros edificios públicos, como el Palacio Nacional y el Palacio de Bellas Artes. A los artistas que ya se han mencionado se sumaron Xavier Guerrero, Carlos Mérida, Fermín Revueltas y José Clemente Orozco.

Aunque al principio el Muralismo fue visto con recelo o con rechazo por algunos grupos, con el tiempo adquirió prestigio y se convirtió en uno de los movimientos artísticos más importantes del siglo XX.

Algunos de estos pintores también participaron en el ámbito político porque, según ellos, las demandas de la revolución estaban inconclusas. Por ejemplo, todavía no se entregaban tierras a un porcentaje importante de campesinos, ni se habían materializado otros preceptos constitucionales. Por esta razón, formaron el Sindicato de Pintores y Escultores en 1922, y redactaron la Declaración Social, Política y Estética, que afirmaba su fe revolucionaria y el nacimiento de un "arte de masas" a favor de "las razas humilladas".

Así, el Muralismo se convirtió en un instrumento para difundir el nacionalismo y educar a los mexicanos. En los muros se plasmaron escenas que reivindicaban la presencia de lo prehispánico, lo indígena, las tradiciones y costumbres, y los héroes nacionales. Además, algunos murales representaron la historia de los campesinos y el proletariado mexicano.

Otros muralistas que resaltaron por sus aportes a la identidad nacional son Olga Costa, que plasmaba las texturas de nuestro país, y José Chávez Morado, quien pintaba al pueblo como actor principal de sus obras.

Otra de las expresiones artísticas donde se plasmó el nacionalismo, fue en la literatura, donde se destacaron temas como lo indígena, la presencia del pueblo, pero también de aquellos que participaron en el movimiento revolucionario. Un género literario destacado fue el que se conoce como Novela de la Revolución, cuyos autores fueron protagonistas o testigos del movimiento armado. Con sus obras dieron voz a personajes del pueblo y humanizaron a quienes lucharon en este proceso.

Mariano Azuela es considerado el fundador de este género literario, con la novela Los de abajo. En esta obra hizo una denuncia social a los políticos y militares que se beneficiaron del caos en medio de población mayormente campesina que luchaba por justicia y libertad.

Otro autor que destacó en este periodo fue Martín Luis Guzmán; entre sus obras destacan La sombra del caudillo y El águila y la serpiente, en las cuales critica el caudillismo y la institucionalización de la revolución. Sus historias están inspiradas en momentos y personajes históricos, como los generales Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.

Otros autores del movimiento son Agustín Yáñez, autor de Al filo del agua, Nelly Campobello, autora de Cartucho, y John Reed, quien escribió México insurgente.

Otra manifestación del nacionalismo en la literatura se encuentra en la poesía. Ramón López Velarde, conocido como el Poeta Nacional, dejó una muestra de los sentimientos nacionalistas que caracterizaron esta época. 

Lee un fragmento de su poema más célebre:

Suave Patria: permite que te envuelva

en la más honda música de selva

con que me modelaste por entero

al golpe cadencioso de las hachas,

entre risas y gritos de muchachas

y pájaros de oficio carpintero.

 

Patria: tu superficie es el maíz,

tus minas el palacio del Rey de Oros,

y tu cielo, las garzas en desliz

y el relámpago verde de los loros.

 

El Niño Dios te escrituró un establo

y los veneros de petróleo el diablo.

 

Sobre tu Capital, cada hora vuela

ojerosa y pintada, en carretela;

y en tu provincia, del reloj en vela

que rondan los palomos colipavos,

las campanadas caen como centavos.

 

Patria: tu mutilado territorio

se viste de percal y de abalorio.

Esta obra buscaba despertar un sentimiento de identidad compartido por muchos mexicanos.

Ahora pasa a otros campos del quehacer artístico y cultural que también contribuyeron a la difusión del nacionalismo en México. En la música destacaron entre 1920 y 1960 Manuel M. Ponce, Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, Pablo Moncayo, Julián Carrillo, entre otros. Estos músicos experimentaron para crear un sonido propio y definir la música clásica mexicana; por ejemplo, algunos incorporaron a sus obras sonidos de instrumentos prehispánicos o características de la música popular.

Con el cardenismo se impulsó la creación de instituciones responsables de la custodia y salvaguarda del patrimonio arqueológico, histórico y artístico. Por ejemplo, en 1938, Lázaro Cárdenas presentó al Congreso de la Unión una iniciativa de ley con el fin de inaugurar el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Posteriormente, en 1946, el presidente Miguel Alemán Valdés creó el entonces Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA, hoy INBAL), con el objetivo de preservar y difundir el patrimonio artístico, estimular y promover la creación de las artes y desarrollar la educación y la investigación artística.

El nacionalismo también repercutió en el ámbito educativo. Para conocer las características de la educación entre y 1920 y 1970, observa el siguiente video del minuto 06:28 a 09:52.

  1. La educación en México, 1920-1970

https://youtu.be/aXrSGp_u6BE

Como se aprecia en el video, las medidas que tomaron los gobiernos del periodo posterior a la revolución para solucionar los problemas educativos estuvieron marcadas por el nacionalismo.

Cabe recordar que en esas décadas prevalecía un discurso de identidad nacional basado en el origen histórico de los mexicanos, principalmente reconociendo su descendencia de las culturas prehispánicas, sobre todo la mexica.

En este periodo las condiciones políticas, económicas y sociales no permitían el acceso de todos los mexicanos a la educación. A partir de los años veinte México entró en la etapa de reconstrucción tratando de resolver los principales problemas, incluyendo la educación que había sido una de las áreas más descuidadas.

En el país había un alto índice de analfabetismo, sobre todo en los campesinos; se requería un mayor número de profesores y escuelas para atender a la población. Se invirtieron una gran cantidad de recursos para cumplir con los compromisos establecidos en la Carta Magna sobre educación.

Según José Vasconcelos, la educación “era un arte que tenía que ser depositada en los educandos para desarrollar todas sus potencialidades, y el maestro era el artista que moldeaba el arte en ellos”. Este destacado personaje promovió un proyecto educativo que se echó a andar con la creación de la Secretaría de Educación Pública y que consideraba la integración de los aspectos materiales y espirituales de los sujetos.

Para lograr alfabetizar a la población, el gobierno construyó escuelas, rurales y urbanas. Más tarde creó centros para capacitar a los maestros, como el Instituto Federal de Capacitación Magisterial.

En 1934, el presidente Lázaro Cárdenas impulsó una reforma al artículo tercero constitucional en la que se establecía la educación socialista. Así, depositaba en la escuela la esperanza de que sería un auténtico instrumento que iría más allá de sus aspectos pedagógicos y académicos, y que favorecería la reestructuración económica y social de la nación.

La escuela procuraría una sociedad más igualitaria; además, dentro de un sentido de solidaridad y acción combativa, se encauzarían las masas para eliminar el individualismo dominante. Esta visión de la educación no continuó en el siguiente sexenio, el presidente Manuel Ávila Camacho eliminó el carácter socialista de la Constitución.

En 1940, el porcentaje de analfabetismo seguía siendo alto, apenas se había reducido 8% respecto a 1921, cuando se creó la SEP. Aunque en los siguientes 30 años el índice de analfabetismo disminuyó, ya que para los años 70 alrededor de 73% de los ciudadanos sabían leer y escribir.

Respecto a la educación superior, se fundaron instituciones y universidades, como el Instituto Politécnico Nacional, durante el periodo cardenista. Se crearon carreras afines a las necesidades del proceso de industrialización y se establecieron planteles de nivel superior en los diversos estados de la República, lo que contribuyó a ampliar la oferta educativa y a descentralizar la educación en torno a la capital del país.

Cómo has aprendido en las sesiones anteriores, la Revolución mexicana fue un proceso histórico que transformó la estructura política, social y económica del país.

Estos cambios se reflejaron también en el ámbito cultural. En esta sesión abordamos lo relacionado con algunas manifestaciones del arte y la educación, así como su relación con el nacionalismo revolucionario.

Como ustedes recordarán, el nacionalismo es el sentimiento de pertenencia que comparten los habitantes de una nación. Este sentimiento suele fomentarse para fortalecer los lazos de unión en la población y se difunde desde los grupos en el poder mediante su discurso y una serie de políticas públicas.

Por ejemplo, a través de las manifestaciones culturales, artísticas o educativas, el nacionalismo exalta los rasgos de una nación, lo que la hace única y le distingue de las demás.

En México el nacionalismo revalorizó el pasado prehispánico. Además, destacó las características del territorio y fomentó el culto a ciertos episodios o personajes de nuestra historia. De manera particular, el nacionalismo que surgió después de la Revolución mexicana destacó la presencia de los indígenas, los campesinos y los trabajadores, así como el legado revolucionario.

El nacionalismo se alimentó del rechazo a la intervención extranjera, en particular la estadounidense, en asuntos internos. Defendía los recursos nacionales, la soberanía y exaltaba lo que se consideraba lo mexicano.

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