NEOLIBERALISMO Y GLOBALIZACIÒN EN MÈXICO
La transformación de la vida cotidiana
Aprendizaje esperado: Reconoce los elementos del nacionalismo revolucionario en el arte y la educación.
Énfasis: Reconocer los cambios en la vida cotidiana provocados por los nuevos patrones de consumo y popularización de la tecnología, así como los medios de comunicación y entretenimiento.
¿Qué hacemos?
En la sección “Leer para conocer” leerás un fragmento del libro “Las batallas en el desierto” de José Emilio Pacheco, una novela que habla de la vida cotidiana a finales de la década de los cuarenta del siglo XX en México.
“Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquél?; ya había supermercados, pero no televisión, radio tan sólo: Las aventuras de Carlos Lacroix, El Llanero Solitario, La Legión de los Madrugadores, Los Niños Catedráticos, Leyendas de las calles de México, Panseco, El Doctor I.Q., La Doctora Corazón desde su Clínica de Almas. Paco Malgesto narraba las corridas de toros, Carlos Albert era el cronista de futbol, el Mago Septién trasmitía el beisbol.
Circulaban los primeros coches producidos después de la guerra […]. Íbamos a ver películas de Errol Flynn y Tyrone Power, a matinés con una de episodios completa: La invasión de Mongo era mi predilecta. Estaban de moda Sin ti, La rondalla, La burrita, La múcura, Amorcito Corazón.
Volvía a sonar en todas partes un antiguo bolero puertorriqueño: “Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo, no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti”. Fue el año de la poliomielitis: escuelas llenas de niños con aparatos ortopédicos; de la fiebre aftosa: en todo el país fusilaban por decenas de miles reses enfermas.
Para el impensable año dos mil se auguraba, sin especificar cómo íbamos a lograrlo, un porvenir de plenitud y bienestar universales. Ciudades limpias, sin injusticia, sin pobres, sin violencia, sin congestiones, sin basura. Para cada familia una casa ultramoderna y aerodinámica (palabras de la época). A nadie le faltaría nada. Las máquinas harían todo el trabajo. Calles repletas de árboles y fuentes, cruzadas por vehículos sin humo ni estruendo ni posibilidad de colisiones. El paraíso en la tierra. La utopía al fin conquistada.
Mientras tanto nos modernizábamos, incorporábamos a nuestra habla términos que primero habían sonado como pochismos en las películas de Tin Tan y luego insensiblemente se mexicanizaban: tenquíu, oquéi, uasamara, sherap, sorry, uan móment pliis.
Empezábamos a comer hamburguesas, pays, donas, jotdogs, malteadas, áiscrim, margarina, mantequilla de cacahuate. [El refresco de] cola sepultaba las aguas frescas de jamaica, chía, limón.
Hasta ese momento la música había sido nada más el Himno Nacional, los cánticos de mayo en la iglesia, Cri Cri, sus canciones infantiles: Los caballitos, Marcha de las letras, Negrito sandía, El ratón vaquero, Juan Pestañas, y la melodía circular, envolvente, húmeda de Ravel con que la XEQ iniciaba sus transmisiones a las seis y media, cuando mi padre encendía el radio para despertarme con el estruendo de La Legión de los Madrugadores”.
Otro escritor mexicano, José Agustín, también narra sobre el entretenimiento a mediados del siglo XX:
“En las calles de las ciudades los niños jugaban la tradicional cáscara, o fútbol callejero, y otros, los menos, el beis de mano o el “tochito”. Pero casi todos se divertían brincando el avión, a los encantados, las escondidas, el burro corrido o el burro dieciséis, a las cebollitas o su versión: la tamalada. Los niños de clase media mostraban ya influencia de Estados Unidos de América al jugar stop o al pedir “tain”. Los que podían circulaban en sus bicicletas, burras o birulas. Los chavitos ya leían “monitos” o “cuentos” traducidos del inglés”.
¿Algunos de los programas de radio, canciones o juegos te resultaron conocidos? ¿Los conoces porque aún los practicas, ves o escuchas o porque tus padres y abuelos te han contado de ellos?
La vida cotidiana en nuestro país ha sufrido grandes transformaciones durante las últimas décadas del siglo XX hasta la actualidad, por diversos factores, entre ellos, los medios de comunicación, los nuevos patrones de consumo, la popularización e influencia de las nuevas tecnologías de la información y las nuevas formas de entretenimiento.
Además, los cambios en la economía, el crecimiento demográfico y urbano, la migración interna y hacia los Estados Unidos de América han producido notables cambios en la vida diaria de la población.
Vives en una sociedad altamente influida por los medios de comunicación. Su importancia es determinante porque a través de ellos la gente se informa de lo que acontece tanto en el país como en el mundo. Los medios no sólo transmiten información, son también el principal vehículo de entretenimiento y diversión y uno de los mayores difusores de la cultura, el deporte y la ciencia.
Muchos de las opiniones y de los valores de la población sobre temas, de política, de economía, respecto a los gobiernos nacionales o extranjeros, sobre los artistas y personalidades prominentes, son moldeadas a través de los medios, como la radio, la televisión y ahora las redes sociales.
Los medios de comunicación han tenido una evolución importante durante las últimas décadas y se han adaptado, con mayor rapidez en algunos casos más que en otros, a las transformaciones que han tenido lugar.
Por ejemplo, la radio pasó de ser una programación predominantemente musical y de entretenimiento a una dominada por programas noticiosos, informativos y de entretenimiento en los últimos años.
La radio aceleró su transformación con los sismos de 1985. En esa ocasión se mostró como un valioso instrumento de comunicación que podía ser utilizado por la sociedad. Luego, comenzó un proceso de apertura. Fue el espacio donde encontraron mayor difusión las nuevas ideas políticas, las voces ciudadanas y los programas de discusión y análisis. En la actualidad, la radio comercial tiene un gran nivel de aceptación en toda la república, a través de cientos de estaciones que transmiten una programación muy variada.
No cabe duda de que, a partir de la masificación de la televisión, ésta se ha podido establecer como el medio más influyente e importante del siglo XX. En la actualidad, cerca del 90% de las familias mexicanas tienen televisión.
Recientemente se han abierto más opciones a través de la televisión de paga, que incluye numerosos canales extranjeros entre los que destacan canales de noticias, culturales y científicos, su auditorio es todavía un sector minoritario.
La televisión permanentemente se ha ido transformando y adaptando a los tiempos actuales, incorporando nuevas tecnologías y reinventando sus contenidos, con la finalidad de seguir interesando a los espectadores.
Una de las mayores transformaciones en la vida cotidiana ha tenido lugar en el entretenimiento y en la comunicación, gracias al impacto de la electrónica y de la informática.
Las nuevas formas de entretenimiento han cambiado con la utilización de las tecnologías y su incorporación a cualquier actividad de ocio. El desarrollo de los equipos tecnológicos, especialmente los avances en los dispositivos móviles y la alta velocidad para conexiones fijas e inalámbricas, ha evolucionado muy significativamente la manera de utilizar la red, fomentando el crecimiento y el consumo de contenidos visuales.
Por ejemplo, el consumo en el hogar de películas, a través de plataformas virtuales, ha desplazado en buena medida el hábito de asistir a las salas de cine. La industria del entretenimiento se encuentra en un período de expansión y transformación.
En los últimos años, la comunicación también ha sufrido cambios profundos y es ahora infinitamente más rápida y cómoda. La mayoría de las personas han abandonado la correspondencia a través de cartas y telegramas y emplean ahora la comunicación telefónica y electrónica. Los teléfonos celulares han tenido un crecimiento espectacular; su uso se ha generalizado y se han convertido en el principal medio de comunicación personal.
Dentro de estas pantallas portátiles, el teléfono inteligente se ha vuelto el verdadero protagonista, por la gama cada vez más variada de posibilidades que presta para el usuario, las cuales sobrepasan ampliamente la esfera de la comunicación, para convertirse en computadoras de bolsillo capaces de casi todo.
La pantalla móvil no solo da acceso al consumo cultural de las transmisiones de contenido, sino que permite el despliegue de redes sociales en medios electrónicos, el intercambio de información en tiempo real en grupos de confianza, y la producción descentralizada de contenidos digitales.
Las redes sociales han cambiado la vida de las personas en general, ya que tienen un espacio para la opinión, para el debate y para el dialogo, ya sea con otros usuarios, con políticos, figuras destacadas o empresas. Además de poder compartir las vivencias del individuo al mundo entero a través de fotos, videos y escritos. Cambiando la forma de comunicación, que antes era muy lenta, a una manera más rápida y sencilla, gracias a los correos electrónicos y a la mensajería instantánea.
Entre las décadas cincuenta y noventa del siglo XX, la era postindustrial tomó forma y empezó a integrar la actividad humana según una escala global. La globalización ha avanzado en muchos frentes, como así también en diferentes aspectos de la vida, en la cultura, los medios de comunicación, el entretenimiento, el turismo.
Antes de continuar observa y escucha cómo la globalización ha impactado en la vida cotidiana de las personas a través del siguiente video, obsérvalo del minuto 01:40 a 04:58.
- Los rostros de la globalización
https://www.youtube.com/watch?v=RH2-iK8zu5c&t=298s
Ahora conoce un poco sobre los hábitos de consumo, que en las décadas anteriores eran únicamente presenciales, al comprar y vender cosas.
En las ciudades, la compra de los alimentos, de la ropa y de los enseres domésticos, que antes se hacía en los mercados populares y en las tiendas de abarrotes y de ropa, ha pasado a segundo lugar ante el predominio de los grandes supermercados y centros comerciales, que concentran en un solo lugar tiendas, restaurantes y cines.
Los centros comerciales se han convertido en lugares de reunión y de entretenimiento en los que la gente pasa más tiempo que lo que empleaba antes en comprar exclusivamente lo que necesitaba.
La comida hace algunas décadas era una actividad familiar que se hacía en casa. Ahora, ante el ritmo vertiginoso de la vida cotidiana y la lejanía que se ha producido entre el hogar, el trabajo y la escuela, esto ha cambiado. Sobre todo, en las grandes ciudades, muchas veces se come fuera de casa y han proliferado las cadenas de comida rápida y de restaurantes con franquicias que venden comida similar en todos sus establecimientos. Asimismo, ha cambiado la elaboración de la comida. En muchos hogares la comida se hace ahora más rápido, pues muchos alimentos se pueden adquirir ya preparados y listos para servirse.
Cada día se incrementa más la participación en el mundo virtual, donde no solo se compran productos si no que se adquieren servicios. La economía digital propició una transformación más profunda en las formas de consumo.
La digitalización también trajo consigo un cambio sustancial en la manera de comprar de los consumidores, revolucionando la forma en que las empresas satisfacen las necesidades de estos. El comprador actual es muy diferente a la idea tradicional de un consumidor se limitaba a adquirir aquello que le ofrecía el mercado, Pero el nuevo cliente es más activo y puede informarse, comparar opciones, sobre lo que desea consumir.
Finalmente, las nuevas tecnologías si bien han ayudado a que cada vez sea más fácil realizar las tareas comunes, tanto en el trabajo, la escuela o el hogar, en su mayoría a costos sociales y ambientales muy altos. Además de que la desigualdad social existente, no permite que todos hagan uso de éstas.
La facilidad de uso, la inmediatez del acceso a la información y la movilidad y autonomía de los nuevos dispositivos electrónicos, están cambiando la forma de relacionarnos con los demás, de trabajar, de viajar, de movernos en un entorno y por supuesto, la manera de emplear los periodos de ocio.
Los seres humanos han creado una red global de transmisión instantánea de información, de ideas y de juicios de valor en la ciencia, el comercio, la educación, el entretenimiento, la política, el arte, la religión, y en todos los demás campos.
En esta red ya se puede observar en tiempo real el sentir de la humanidad, pero a la par también es posible tergiversar, manipular o frivolizar este sentir; es decir, los medios de comunicación asimismo pueden usarse para separar, aislar y polarizar. Por lo que hay que aprender a usarlos de manera correcta y con pensamiento crítico, para que sean un beneficio para el ser humano.
Un nuevo modelo económico
Aprendizaje esperado: Describe la multicausalidad de los problemas económicos y el establecimiento de un nuevo modelo.
Énfasis: Explicar la llegada del neoliberalismo a México y las reformas económicas impulsadas a partir de los años ochenta.
¿Qué hacemos?
En la sección “Leer para conocer”, primero leerás un fragmento del artículo “La ciudad bajo el neoliberalismo” de Jaime Ornelas Delgado, que te permitirá conocer qué es el neoliberalismo.
Una de las peculiaridades del modelo neoliberal es el predominio de la razón económica sobre la política, es decir, bajo el neoliberalismo la lógica del funcionamiento del mercado y la ganancia se convierten en los factores determinantes de la organización de la vida social. Nada fuera del mercado puede ser racional.
En otras palabras, bajo el neoliberalismo lo fundamental de la economía es considerar el mercado total como el mecanismo más eficiente para la asignación de los recursos productivos; asimismo, para que el mercado funcione de manera adecuada se precisa la libertad de precios que se fijan a través del libre funcionamiento de la oferta y la demanda, esto es, sin interferencia política (social) alguna. Asimismo, agrega Foxley:
“La apertura de la economía al comercio internacional y a los flujos de capital, el desarrollo de un sector financiero privado y la drástica disminución de la injerencia del Estado en la economía constituyen elementos fundamentales de los nuevos programas neoliberales”.
En México, a partir del gobierno de Miguel de la Madrid [de] 1982 a 1988 y como respuesta a la crisis fiscal del Estado del bienestar, se impuso una estrategia económica de tipo neoliberal, cuyos rasgos esenciales se pueden sintetizar de la siguiente manera:
1. Se considera el libre funcionamiento del mercado como el mecanismo más eficiente para asignar los recursos productivos.
2. Se realizó una rápida e indiscriminada apertura de la economía nacional a los flujos de mercancías y capitales extranjeros, con el propósito de incorporar al país a la nueva división internacional del trabajo.
3. Se redujo sensiblemente la participación del Estado en la actividad económica, lo cual implica el equilibrio fiscal; la eliminación de cualquier tipo de política gubernamental dado que con ello se podría alterar el equilibrio en el mercado; la privatización de las empresas y los servicios públicos, así como la desregulación de las actividades económicas.
4. Se controló y restringió la circulación monetaria y se elevaron las tasas de interés, con el propósito de combatir la inflación.
5. Se concluyó liberando el precio de todos los bienes y servicios y se eliminaron los subsidios generalizados al consumo.
6. Se propuso una "nueva cultura laboral", encaminada a flexibilizar las relaciones entre el capital y el trabajo, lo cual requiere limitar la capacidad de los sindicatos para fijar salarios y prestaciones; eliminar los contratos colectivos de trabajo; e incrementar la capacidad patronal para establecer salarios, prestaciones y condiciones laborales.
Ahora conoce cómo este modelo económico se instrumentó en nuestro país.
A principios de la década de los setenta, justo cuando los mecanismos de control, estabilidad y legitimidad del régimen emanado de la Revolución mexicana se estaban precipitando, su modelo económico, caracterizado por la promoción del crecimiento y estabilidad económica a través de una fuerte participación del Estado, también comenzaba a dar indicios de agotamiento.
Y es que, a diferencia del decenio anterior, los indicadores económicos mostraban señales no tan alentadoras. El crecimiento económico del Producto Interno Bruto disminuía del 6.5 a 5.4 %; el sector agropecuario se contraía del 3.7 % al 2.9 %; y el dinamismo industrial decaía del 18.98 a 8.3 %.
A este delicado escenario, en el que además se presentaban numerosas turbulencias políticas, se sumaban problemas como: el aumento del índice de precios al mayoreo de 1.9 entre 1960 y1967 a 4.2 de1968 a1970; el crecimiento de la población en 3.4 %; y el crecimiento de la pobreza extrema, principalmente en las zonas rurales del sur y de las periferias de las grandes ciudades.
Obligado por estos problemas y por el aumento exponencial de las críticas hacia el autoritarismo del régimen, al asumir la presidencia, Luis Echeverría Álvarez hizo suyo el compromiso de promover el crecimiento económico y de distribuir equitativamente el ingreso, iniciativa a la que denominó “desarrollo compartido”.
Este programa implicaba el incremento significativo de recursos para fomentar la industria local, crear mayor infraestructura, destinar mayores subsidios y fundar empresas paraestatales.
La estrategia funcionó con relativo éxito, el aumento del crecimiento económico fue de 6.7 %; sin embargo, debido a que el fomento económico se realizó contratando mayor cantidad de deuda, después de una estabilidad de casi dos décadas se desencadenó un aumento significativo de los precios. En este contexto de incertidumbre y de crispación política se presentó en agosto de 1976 la primera de una serie de devaluaciones que sufriría el peso mexicano años adelante.
Una vez que asumió la presidencia José López Portillo la expectativa económica parecía mejorar, las reservas petroleras pasaron de 6,300 millones de barriles en noviembre de 1976 a 16 mil millones a finales de 1977, mientras en 1978 alcanzaron los 40,200 millones de barriles; esto sin contar que se llegó a calcular que las reservas potenciales ascendían a 120 mil millones, aproximadamente.
Con base en este escenario inmejorable, México concentró su atención en la exportación del crudo. Estos ingresos extraordinarios, los famosos “excedentes petroleros”, se emplearon para financiar la producción industrial local, el subsidio a los diferentes medios de consumo y el financiamiento de la conversión de la industria mexicana a una economía exportadora de manufacturas.
Ante este clima de aparente “éxito”, el gobierno mexicano adquirió una mayor cantidad de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la banca extranjera. Pese a que el acceso a nuevos créditos le permitió al gobierno liquidar una parte del préstamo del FMI que se había destinado para mitigar la crisis financiera de 1976, este acceso crediticio dotó al gobierno mexicano de un optimismo desmesurado, más si se toma en consideración que esos créditos se habían adquirido a una tasa de interés muy elevada y con plazos cortos para su liquidación.
Cabe mencionar que las políticas intervencionistas de los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo no lograron corregir el problema estructural del modelo desarrollista e interventor de México, el cual consistía en que el financiamiento del desarrollo económico y social se realizaba a través de los mecanismos de la deuda y del déficit fiscal, es decir, del uso de recursos económicos mayores a los recaudados por Hacienda.
Esto significó que, al margen del crecimiento económico, en 1979 se alcanzó un crecimiento del 11 %, la deuda se convirtiera prácticamente en una bomba de tiempo que, en efecto, no tardó en estallar.
Fue así como, a comienzos de la década de 1980 México comenzó a enfrentarse con problemas económicos muy serios. La disminución del precio del crudo y el repentino aumento de las tasas de interés provocaron una disminución de los ingresos de 10 mil millones de dólares por concepto de exportaciones.
Esta disminución de captación de divisas, así como el aumento del monto de la deuda en 20 000 millones de dólares, provocaron que en febrero de 1982 el peso mexicano se devaluara un 70 %. A un problema inicial que consistía en la falta de liquidez de las finanzas públicas, se sumaba el grave problema de un descontrolado aumento de precios, una agresiva devaluación del peso frente al dólar y por consiguiente la imposibilidad de pagar los compromisos financieros adquiridos con el exterior.
Fue así como en abril de 1982 se enunció un ajuste para sanear las finanzas públicas y la deuda que había crecido exponencialmente, la cual consistió en la reducción en 5 % del gasto público y el aumento de los precios de los bienes y servicios de ese sector, medida ampliamente criticada por la sociedad mexicana.
Además, para agosto de 1976 y con el objeto de protegerse de los efectos de la devaluación monetaria, números empresarios realizaron retiros de los bancos mexicanos haciendo cientos de depósitos en bancos estadounidenses.
Fue así que, con el objeto de mitigar esta fuga de capitales, el 1 de septiembre de 1982 el presidente José López Portillo tomó la decisión de nacionalizar la banca.
Las consecuencias de esta crisis financiera fueron fatídicas. La inflación situada en 28 % en 1981 un año después se ubicó en 100 %; el tipo de cambio sufrió una devaluación de 466 % situándose en 148.5 pesos por dólar, y la especulación contra el peso representó una fuga de capitales arriba de los 6 000 millones de dólares. Por si fuera poco, aumentó el desempleo, la capacidad adquisitiva de los ciudadanos se precipitó y la economía real entró en un proceso de constante decrecimiento.
Observa el siguiente fragmento de un video la sobre crisis económica, ahora lo retomarás como antecedente y, posteriormente, podrás observar y escuchar cómo se dio el cambio a un nuevo modelo económico: el neoliberalismo. Obsérvalo del minuto 06:10 a 13:23.
- México en la era global (1970-2000)
https://www.youtube.com/watch?v=csa2eH4CQBg&t=208s
En noviembre de 1982 México suscribió una carta de intención ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) en donde se comprometía a aplicar un programa de ajuste a cambio de un nuevo crédito de 3,900 millones de dólares; además, 1,400 bancos otorgaron al gobierno mexicano 5,000 millones de dólares.
Este programa consistió en la adquisición del compromiso de sanear las finanzas públicas, controlar la inflación, estabilizar el tipo de cambio y preservar los recursos necesarios para solventar el pago de la deuda.
Fue en este contexto que el nuevo presidente Miguel de la Madrid Hurtado hizo suyo este compromiso a través del Programa Inmediato de Reordenación Económica (PIRE) el cual fue presentado ante el Fondo Monetario Internacional, para su visto bueno.
Otros de los ejes que jugarían un papel importante en esta reorientación fueron la apertura económica, el abandono del modelo del Estado intervencionista y el fomento de la inversión extranjera. Prueba de ello, fue el ingreso de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, el GATT por sus siglas en inglés, poco después de la mitad de los años ochenta.
Dicho ingreso significaría un giro a las prioridades económicas y comerciales de México, pues se abandonó la apuesta por promover el mercado interno y se dio prioridad al fomento de la industria manufacturera, automotriz o de alimentos, vinculadas todas ellas al mercado internacional, particularmente al estadounidense.
Otra de las políticas que comenzaron a aplicarse para reducir el déficit de las finanzas públicas fue el cierre y la privatización de numerosas empresas paraestatales. A inicios del sexenio de Miguel de la Madrid el Estado contaba con 1155 entidades de carácter público; mientras que, al terminar su sexenio, quedaban sólo 412. Por si fuera poco, México tuvo que enfrentar dos grandes adversidades: un terremoto que devastó la capital del país y la caída de los precios del petróleo.
La mañana del 19 de septiembre de 1985, el país se despertó con un sismo localizado en los límites de Michoacán y Guerrero, el terremoto azotó seriamente a la Ciudad de México, principalmente la zona céntrica de la capital mexicana, los daños materiales fueron incontables, al igual que las escenas de dolor y quebranto.
Según las cifras más conservadoras, aproximadamente 5 mil personas perdieron la vida entre el jueves 19 y el viernes 20 de septiembre, en la réplica más importante; otros cálculos se atreven a mencionar el fallecimiento entre 10 mil y 25 mil víctimas. Por supuesto, este fenómeno natural vino a empeorar el ya de por sí funesto escenario económico y social que sufría México para mediados de la década de los ochenta, debido a que los daños fueron cuantiosos en la infraestructura, los servicios y las telecomunicaciones.
Por otra parte, justo en el año en que México organizó el Treceavo Campeonato Mundial de Futbol “México 1986”, el precio del petróleo volvió sufrir un descenso, esta vez a 12 dólares cuando apenas en 1985 el barril se cotizaba 25. Por si fuera poco, la economía decreció en 3.8 %, la inflación osciló en 105 % y las importaciones se contrajeron alrededor del 12 %; esto aunado a la contención de los salarios reales, el aumento del desempleo y la falta de fomento económico delinearon un horizonte nada alentador.
Fue así como a finales de 1987, con el objeto de mitigar de nueva cuenta el aumento desmedido de precios y la devaluación, se firmó el llamado Pacto de Solidaridad Económica (PSE), el cual buscó liberar el comercio exterior a través de la reducción de los aranceles, la eliminación de subsidios y la privatización de 205 entidades públicas, 185 empresas con participación mayoritaria estatal, 12 fideicomisos y tres empresas con participación minoritaria.
Por último, el proceso de reconfiguración del Estado mexicano tuvo dos variables. Por una parte, las nuevas medidas económicas fueron impulsadas desde el Estado, encabezadas por cuadros jóvenes, educados en universidades estadounidenses, como el propio Miguel de la Madrid y su Secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari.
La otra característica fue que esta nueva élite política, a la que se le denominó “tecnócrata” o “neoliberal”, provocó un desplazamiento de los políticos identificados con el discurso de la Revolución mexicana y los principios sociales de la Constitución de 1917, la defensa de los intereses de la Nación, el apego al cumplimiento de las necesidades de los sectores populares y la relativa autonomía del país frente a los Estados Unidos.