DEL CAUDILLISMO AL RÊGIMEN PRESIDENCIAL

 

El caudillismo





Aprendizaje esperado: Describe los cambios de un régimen de caudillos a uno presidencial y la importancia de las políticas sociales en su desarrollo.

Énfasis: Describir el paso del caudillismo al surgimiento del PNR.

La muerte de Venustiano Carranza significó el inicio del predominio de los generales sonorenses, el grupo triunfador de la Revolución Mexicana que tendría un papel determinante en la consolidación del Estado posrevolucionario y en el establecimiento de las nuevas instituciones sobre las que se asentaría el desarrollo nacional en las siguientes décadas.

Aunque Álvaro Obregón encabezó la rebelión contra Carranza, promovió que el Congreso nombrara a Adolfo de la Huerta, entonces gobernador de Sonora, como presidente sustituto encargado de pacificar el país y convocar a elecciones. De la Huerta se encargó, con eficacia, de consolidar la alianza que había permitido el derrocamiento de Carranza e incluyó en su gabinete a representantes de los zapatistas.

El otro caudillo Francisco Villa, quien había hecho las paces con De la Huerta y se había retirado a la vida civil, fue asesinado. Con eso, la carrera presidencial de Obregón quedó libre de obstáculos y derrotó fácilmente a Alfredo Robles Domínguez en la elección presidencial, con el 96% de los votos emitidos.

Obregón asumió la presidencia el 1º de diciembre de 1920. Además de su genio militar, el caudillo sonorense había demostrado una notable habilidad política para establecer alianzas.

Fortaleció el poder del Estado mediante la subordinación de las organizaciones populares y de los distintos grupos políticos. Particularmente, se alió con los dirigentes zapatistas, que fueron la base sobre la que se fundó el Partido Nacional Agrarista que se convirtió en uno de los soportes principales de su gobierno, y a cambio les permitió gobernar el estado de Morelos.

Durante su mandato entregó 1.2 millones de hectáreas en propiedad definitiva y otras 3.2 millones de manera provisional a 400 mil familias campesinas. Aunque era todavía una cantidad insuficiente, significaba el inicio de la esperada reforma agraria que tuvo en Obregón a un convencido partidario del desarrollo capitalista en el campo, con la pequeña propiedad como eje.

Uno de los aspectos más notables y trascendentes de la gestión obregonista fue su política educativa, llevada a cabo por José Vasconcelos desde la Secretaría de Educación Pública, quien obtuvo el porcentaje más alto de recursos federales que se hayan destinado a la educación, al asignársele el 15% del presupuesto.

Vasconcelos efectuó una amplia cruzada educativa a través de la multiplicación de escuelas elementales por todo el territorio nacional, así como campañas de alfabetización y castellanización, con el fin de integrar a la población rural e indígena al desarrollo nacional.

Se puso énfasis en fomentar la integración nacional a través de promover la cultura y la historia nacional y vincularla, al mismo tiempo, a la cultura universal. La cruzada vasconcelista utilizó a la educación como el instrumento para fortalecer la identidad nacional y la dotó de una ideología que habría de perdurar durante las siguientes décadas: El nacionalismo revolucionario, que revaloraba la cultura nacional, las raíces y la esencia de la mexicanidad.

La publicación de libros con las obras clásicas en ediciones populares y la difusión de los valores históricos nacionales a través de las pinturas de los grandes muralistas como José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros o Juan O´Gorman, quienes tapizaron con sus obras las paredes de los principales edificios públicos mexicanos, fueron esfuerzos importantes que no han tenido paralelo desde entonces.

La decisión de Obregón de apoyar a Plutarco Elías Calles para que lo sucediera en la presidencia provocó el más serio desafío a su administración, con la insurrección de una parte importante del ejército, encabezada por Adolfo de la Huerta y varios de los principales generales sonorenses a finales de 1923. La rebelión, conocida como de la huertista, se extendió desde Veracruz hasta el Bajío y obligó a Obregón a asumir personalmente la jefatura de la campaña para reducirla, lo que consiguió con el apoyo del ejército y de grupos campesinos y de trabajadores en marzo de 1924.

El costo de la rebelión fue terrible para el ejército, al perderse más de 7 mil vidas y morir en ella algunos de los prominentes generales revolucionarios como Salvador Alvarado, Manuel Diéguez, Fortunato Maycotte y Rafael Buelna. La victoria de Obregón dejó libre el camino para el otro hombre fuerte de Sonora: Calles.

Observa el siguiente video del inicio al minuto 03:20

  1. La Constitución de 1917 y el régimen presidencial

https://www.youtube.com/watch?v=peQ1CIQaMME

El 1° de diciembre de 1924 asumió la presidencia constitucional Plutarco Elías Calles, se consolidaba el dominio de la dinastía sonorense. A pesar de no tener el carisma de Obregón ni la simpatía de una parte importante del ejército y, sobre todo, de haber tenido que soportar el peso y la influencia política de Obregón, Calles demostró contar con la suficiente astucia para salir airoso de esas dificultades y concluir su mandato con una mayor consolidación de las instituciones del nuevo orden.

Como Obregón, Calles llevó adelante su política con el apoyo de las organizaciones populares, particularmente la Confederación Regional Obrera Mexicana, CROM, cuyo líder Luis N. Morones, fue nombrado secretario de Industria, Comercio y Trabajo y se convirtió en el colaborador más poderoso y cercano a Calles. El otro soporte importante fue el ejército, al que buscó reorganizar y profesionalizar encomendándole esa tarea al general Joaquín Amaro, secretario de Guerra.

El mayor problema interno lo constituyó la rebelión cristera. Con Calles, el anticlericalismo de la facción triunfadora de la Revolución Mexicana llegó a sus límites más extremos.

Como se refirió en el video, la suspensión de cultos provocó la insurrección del pueblo católico mexicano, particularmente en el Bajío y en la zona central del país. Convocada por la Liga Defensora de las Libertades Religiosas, que se había constituido en 1925, la rebelión estalló como un movimiento espontáneo, con una enorme participación popular de hombres y mujeres de los sectores rurales que, con muy pocas armas y recursos, en muy poco tiempo lograron constituir numerosas bandas guerrilleras y, luego, un verdadero ejército popular que desafío al poder del estado callista.

La respuesta del ejército federal fue brutal y, con una marcada superioridad logística y organizativa, masacró a los contingentes cristeros. Pero la represión lo único que consiguió fue extender las llamas de la rebelión que, en el cenit de su fuerza, logró tener a 50 mil efectivos en armas en junio de 1929.

La rebelión cristera, conocida así por su lema de ¡Viva Cristo Rey! No contó con la aprobación ni el apoyo de la jerarquía eclesiástica mexicana ni del Vaticano, aunque hubo muchos sacerdotes y curas rurales que se sumaron a ella.

El conflicto bélico no pudo ser resuelto; ninguno de los contrincantes logró derrotar al enemigo: Ni el gobierno acabó con los cristeros ni éstos tuvieron fuerza para derrocar a Calles. Al gobierno y a Calles no les convenía la prolongación del conflicto, particularmente después del asesinato de Obregón en 1928 y los problemas de estabilidad que enfrentaba el régimen, por lo que se aceptó una salida negociada con el clero que puso fin temporalmente al conflicto, que reaparecería pocos años después.

Las relaciones con Estados Unidos de América se complicaron al elaborar una ley reglamentaria del artículo 27 constitucional que prohibía a los extranjeros poseer tierras en una franja fronteriza de 100 kilómetros en tierra y 50 en las costas y, además, establecía que las compañías extranjeras debían cambiar sus títulos de propiedad por concesiones de explotación que durarían 50 años.

La reacción de las empresas petroleras y el gobierno norteamericano no se hizo esperar, pero Calles no solo mantuvo su postura, sino que ocupó militarmente campos petroleros para obligar a las compañías a cumplir la nueva legislación.

En el punto más delicado, en junio de 1927, cuando el gobierno enfrentaba una nueva sublevación en el ejército que protestaba por la reelección de Álvaro Obregón, Calles finalmente cedió: La ley no sería retroactiva y no se afectaría a las empresas petroleras.

La decisión de Obregón de reelegirse y las presiones de sus numerosos seguidores, que lograron que el Congreso mexicano echara atrás el principio maderista de la no reelección, significó otra crisis política para el gobierno de Calles. Éste no estaba convencido de la reelección y permitió que Luis Morones encabezara la resistencia a ella. Pero la fuerza política y militar del caudillo se impuso y empezó su nueva campaña como candidato presidencial.

Surgieron dos rivales dentro del ejército, los generales Francisco Serrano y Arnulfo Gómez, quienes, al darse cuenta de que no podrían competir contra Obregón, se sublevaron. La rebelión fue aplastada por el ejército federal que, una vez más, sufrió una fuerte depuración en la que a las muertes de Serrano y Gómez se sumaron muchas más.

Obregón no tuvo problemas para ganar la elección formal y fue declarado presidente electo. Sin embargo, el 17 de julio de 1928 fue asesinado por José León Toral, un fanático católico que acusaba a Obregón de estar detrás del conflicto religioso y de que continuaría la política anticlerical de Calles.

El magnicidio abrió una nueva y más profunda crisis política. Los obregonistas y un sector de la opinión pública no pensaban que Calles y Morones hubieran sido ajenos al asesinato y, ante las presiones, Calles tuvo que deshacerse de Morones, poner en manos de los obregonistas las indagaciones y derogar la modificación que permitía la reelección.

En medio de tales conflictos políticos y de la escasez de fondos, la administración pública callista se vio seriamente limitada. Entre sus logros más notables estuvo la constitución del Banco de México, que logró cristalizar como banco central, emisor único de moneda, regulador del circulante, del tipo de cambio y de las tasas de interés; la creación del Banco de Crédito Agrícola;  la modificación hacendaria que creó el Impuesto sobre la Renta como una de las fuentes principales de la recaudación; la continuación de la reforma agraria, que fue el doble de la que hizo Obregón; la construcción de obras carreteras, de irrigación y líneas férreas. Y, a raíz de la crisis política por el asesinato de Obregón, la creación del Partido Nacional Revolucionario, PNR.

Continúa observando el video, del minuto 03:21 a 04:33.

  1. La Constitución de 1917 y el régimen presidencial

https://www.youtube.com/watch?v=peQ1CIQaMME

Como se mencionó en el video, se denomina Maximato al periodo que va desde la muerte de Obregón hasta mediados de 1935, periodo en que la escena política mexicana estuvo dominada absolutamente por Calles, el “Jefe Máximo de la Revolución".

Con habilidad, ante la fuerza de los obregonistas y de otros jefes militares importantes, Calles ideó un mecanismo que pusiera fin a los conflictos internos: propuso la creación del Partido Nacional Revolucionario, pensado como el organismo político que aglutinara a todos los caudillos y caciques regionales, a los partidos políticos nacionales y locales y a las organizaciones populares para que en su interior se discutieran las distintas posiciones políticas y candidaturas y se actuara hacia el exterior como un solo frente.

De acuerdo con Calles, había llegado la hora de pasar del país de caudillos que era el México de entonces, a un país de instituciones, donde la discusión y la lucha política se diera de manera institucional. El PNR nacería como un mecanismo político creado por la elite política con el objetivo de mantener el poder en manos de la familia revolucionaria.

Desde el principio y durante su desarrollo posterior, hubo una simbiosis entre el PNR y el Estado posrevolucionario; el PNR no tuvo nunca independencia económica ni política, puesto que el gobierno financió siempre sus gastos, y siguió siempre los dictados de Calles en su primer momento, y de los presidentes en turno, en los gobiernos posteriores.

El PNR nació el 4 de marzo de 1929 y evolucionó desde entonces como un partido de Estado.

Al prepararse las elecciones extraordinarias que elegirían al sucesor de Obregón, Calles impuso a Emilio Portes Gil como presidente provisional, quien tomó posesión el 1° de diciembre de 1928, con la encomienda de calmar los ánimos, preparar la elección y continuar con la política económica de Calles.

Los principales logros de la gestión de Portes Gil fueron la conclusión del acuerdo que puso fin a la Cristiada en junio de 1929, la concesión de la autonomía a la Universidad Nacional y la continuación de la reforma agraria, que se había detenido en la etapa final del gobierno de Calles.

Calles y Portes Gil pronto comenzaron a hacer a un lado a los obregonistas y, en la Convención del PNR para nombrar candidato presidencial, Calles logró imponer al desconocido y sin fuerza propia Pascual Ortiz Rubio, quien era entonces embajador de México en Brasil, anulando la candidatura de Aarón Sáenz, apoyado por los obregonistas.

La candidatura de Ortiz Rubio, la primera del PNR, enfrentó otro serio desafío: José Vasconcelos, el prestigiado intelectual-político, compitió también por la presidencia y realizó una campaña que tuvo mucho impacto entre las clases medias urbanas. Empero, no pudo vencer a la maquinaria oficial. Vasconcelos partió al exilio y sus seguidores fueron perseguidos.

Ortiz Rubio comenzó su mandato el 5 de febrero de 1930. El día de su toma de posesión sufrió un atentado del que salió vivo, pero lo retiró de la escena varios meses. Poco después, y ante unas diferencias entre ambos, Calles obligó a Ortiz Rubio a dimitir, al quitarle su apoyo en septiembre de 1932. El nuevo elegido como presidente sustituto por el Jefe Máximo fue Abelardo Rodríguez, general de poca fuerza quien, a diferencia de su antecesor, entendió que su papel era administrar los designios de Calles y no se le opuso, consiguiendo con ello un mayor espacio de maniobra y poder concluir su mandato en 1934.

En la sucesión presidencial dentro del PNR en 1934 el candidato ganador fue el general Lázaro Cárdenas, quien había sido antes gobernador de Michoacán, presidente del PNR y hombre de confianza de Calles, pero este será tema de la siguiente sesión.

Del cardenismo al presidencialismo civil

Aprendizaje esperado: Describe los cambios de un régimen de caudillos a uno presidencial y la importancia de las políticas sociales en su desarrollo.

Énfasis: Describir las políticas sociales del cardenismo y de los gobiernos civiles hasta la década de los setenta.

Con Lázaro Cárdenas llegaría a su cenit la Revolución Mexicana. Durante su gobierno se sentaron las bases que dieron solidez al Estado mexicano posrevolucionario: se realizó la más completa reforma agraria de todo el siglo XX, se destruyó el latifundismo, se distribuyeron entre campesinos y ejidatarios algunas de las tierras más ricas y fértiles, que estaban en manos de oligarquías terratenientes y de extranjeros y se realizó la expropiación de la principal industria nacional, que estaba en manos de compañías norteamericanas y angloholandesas: El petróleo, que fue utilizado como pivote para el desarrollo de la industria nacional.

Cárdenas se apoyó en la fuerza de los trabajadores, campesinos y burócratas mexicanos, gracias a que desarrolló un intenso activismo para promover su organización y la satisfacción de sus demandas, a cambio del apoyo al presidente y de su incorporación corporativa al partido oficial.

Con Cárdenas el Estado adquirió una enorme legitimidad y fuerza. Fortaleció asimismo a la institución presidencial como el principal e indiscutido poder nacional, al que se subordinaron todos los demás, esto ha sido denominado presidencialismo.

Las transformaciones cardenistas, el apoyo corporativo de las organizaciones de masas y la poderosa presidencia que consolidó, serían los pilares que permitirían el desarrollo económico y la estabilidad política que caracterizó al país en las décadas posteriores.

Para llevar a cabo su proyecto de hacer justicia a los campesinos y obreros del país y aplicar el contenido nacionalista de la Constitución, Cárdenas necesitaba, además del apoyo del ejército y de la burocracia, que ya tenía, de la fuerza de masas de las organizaciones de trabajadores y campesinos. Se alentó desde el poder la organización, la lucha y la movilización de los trabajadores.

El presidente apoyó las demandas salariales, la sindicalización y los contratos colectivos que establecían mejores condiciones laborales para los trabajadores y presionó a los patrones para que satisficieran esas peticiones.

La visión cardenista de justicia social, plasmada en el Plan Sexenal incluyó, entre sus aspectos más sobresalientes, el reparto de 18 millones de hectáreas a la población campesina; pero sumando a ese reparto, el esfuerzo institucional de hacer rentables las tierras repartidas, a través de la creación de instituciones financieras del Estado, como el Banco Nacional de Crédito Ejidal o la creación de cooperativas agrarias y ejidos colectivos, que permitieran a los pequeños productores, competir con el capital privado.

Muchas de esas tierras eran de las mejores que había en el país, en beneficio de casi 800 mil familias del campo. También se crearon la Secretaría de Asistencia Pública y el Departamento de Asuntos Indígenas.

El impulso que la organización sindical recibió en ese sexenio permitió mejoras importantes en los niveles salariales y en la calidad de vida de los trabajadores. En 1936 se creó la Confederación de Trabajadores de México, CTM, que, encabezada por Lombardo Toledano, se convirtió en la central más fuerte del país y en uno de los pilares del régimen cardenista, quien la utilizó para respaldar su política.

La CTM fue la central obrera más importante durante el cardenismo, pero nació sin independencia política, estaba completamente subordinada a Cárdenas y dependiendo desde entonces del respaldo oficial. También promovió activamente la organización campesina y se creó en 1938 la Confederación Nacional Campesina, que sería la gran central agraria del país en el cardenismo, también quedó subordinada a la institución presidencial.

Otro aspecto fundamental de la política social del régimen cardenista se vinculó con la educación, que en ese sexenio fue objeto de una reforma constitucional. El objetivo de la política educativa del cardenismo no sólo implicaba la ampliación del alcance de ésta, sino, sobre todo, hacer de esta educación, una con tendencia laica y científica, que permitiese a los educandos, comprender la realidad y el mundo que les rodeaba, a partir de fundamentos racionales, científicos, y no religiosos.

Se crearon instituciones enfocadas en la capacitación de la mano de obra que la creciente industrialización estaba requiriendo. Entre ellas, el Instituto Politécnico Nacional, sin dejar de lado las humanidades y ciencias sociales, pues también se creó el Instituto Nacional de Antropología e Historia. 

Para consolidar sus reformas y establecer una estructura institucional que garantizara la continuidad de las políticas cardenistas y de las conquistas de los trabajadores y campesinos, Cárdenas reformó el partido oficial y transformó en 1938 al Partido Nacional Revolucionario, PNR, en un partido que era el fiel reflejo de la política de masas cardenista: el Partido de la Revolución Mexicana, PRM, antecedente directo del Partido Revolucionario Institucional.

El nuevo partido estuvo compuesto por cuatro sectores organizados corporativamente: Los obreros de la CTM, los campesinos de la CNC, los burócratas de la Federación de Trabajadores al Servicio del Estado y los militares. Acorde con el espíritu de la época y con la ideología de Cárdenas, el nuevo partido se declaró partidario de una democracia de los trabajadores y nacionalista revolucionario.

Cuando las reformas cardenistas y su política de masas habían llegado a su punto más alto, después de la expropiación petrolera, con la popularidad y fuerza que había alcanzado el presidente y el vigor que demostraban las nuevas instituciones puestas al servicio del Estado, la política presidencial de reformas y transformaciones sociales se detuvo.

La percepción de Cárdenas fue que seguir ese camino polarizaría aún más a la sociedad mexicana y que la mejor forma de consolidar y dar continuidad a los logros era no profundizar las reformas. Los dos últimos años del gobierno cardenista fueron muy diferentes al frenesí de los cuatro primeros.

Conoce sobre el cardenismo y particularmente sobre la expropiación petrolera a través de los siguientes videos.

  1. Lázaro Cárdenas, una evocación en su 50 aniversario luctuoso INAH TV

https://www.youtube.com/watch?v=AzTfb3k2ZjY

  1. La expropiación petrolera INEHRM

https://www.youtube.com/watch?v=S3Yg2a4oHnk

Continua con los siguientes sexenios.

Entre las políticas sociales más importantes implementadas por el gobierno de Manuel Ávila Camacho, se encuentran la creación de la Secretaría del Trabajo y previsión Social y del Instituto Mexicano del Seguro Social.

En la iniciativa de ley que creó a esta última institución se le definía como: “un sistema destinado a proteger la economía familiar de los trabajadores contra la pérdida del poder adquisitivo del salario” y señalaba el interés que al respecto podrían tener las empresas, dado que: “creando en el obrero un estado de tranquilidad respecto a trascendentales incertidumbres, aumenta su capacidad de rendimiento, evita innumerables posibilidades de conflictos y tiende a crear un mejor entendimiento que permite el desarrollo de nuestra economía”.

Así, la industrialización y la protección al capital aparecen como protagonistas en estas medidas de política social.

Aunque el IMSS sufrió algunos descalabros financieros que intentaron ser resueltos con ciertas reformas a la Ley del Seguro Social, sobre todo en lo que tenía que ver con las cuotas de aportación de los diversos sectores, para el gobierno de 1958 la situación de la institución había mejorado, haciendo posible la construcción ampliada de unidades hospitalarias y habitacionales, concentradas en la zona metropolitana del Valle de México.

En 1959, y bajo la presidencia de Adolfo López Mateos, se presentó la iniciativa de ley que crearía al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), enfocado, como su nombre lo dice, en los trabajadores del Estado, a diferencia del IMSS. Con esta segunda institución, que vino a complementar la cobertura del IMSS, las acciones en materia de bienestar social fueron evidentes en el ámbito laboral y las prestaciones sociales.

Uno de los sistemas implementados para este efecto fue la creación de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), creada en 1962, y que garantizó la compra y regulación de precios de la canasta básica, y particularmente del maíz.

Ya en el periodo presidencial de Gustavo Díaz Ordaz, relacionada con ésta, se creó la Compañía Hidratadora de la Leche, en 1965, que apoyaría a las personas más necesitadas en su ingesta alimentaria. Se crearon a lo largo del país una serie de almacenes regionales de abasto y tiendas comunitarias, controladas por la Conasupo, supliendo las necesidades alimentarias de los estratos más pobres del país.

Se hizo evidente, en las políticas públicas, un reconocimiento de que el crecimiento económico en sí mismo no garantiza una mayor redistribución de los recursos y por lo tanto no es garantía de una reducción en la pobreza.

Bajo ese esquema, durante el sexenio de Luis Echeverría Álvarez se implementaron una serie de medidas, por ejemplo, la creación del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), creado en 1972 y el Instituto del Fondo Nacional para el Consumo de los Trabajadores (Fonacot) creado en 1974.

También se fundó el Fondo Nacional de Fomento Ejidal (Fonafe), para impulsar las actividades agroindustriales, y los Programas Integrales de Desarrollo Rural (Pider), en 1973. Fue un periodo en el que la oferta educativa en todos los niveles se amplió, por ejemplo, con la creación de la Universidad Autónoma Metropolitana y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, entre otras instituciones, al igual que la infraestructura en salud.

Durante la administración de José López Portillo se confirmó la existencia de enormes yacimientos de petróleo, cuestión que incidió profundamente en la política económica nacional. En 1977 se creó la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (COPLAMAR) que declaró su objetivo: "articular acciones que permitieran que las zonas rurales marginadas contaran con elementos materiales y de organización suficiente para lograr una participación más equitativa de la riqueza nacional".

La lógica de la política social de ese sexenio fue, al igual que en el anterior, atacar la pobreza, conseguir cierta redistribución del ingreso y posibilitar el consumo a través de la creación estatal de empleos y de subsidios generalizados. El COPLAMAR, ya mencionado y el Sistema Alimentario Mexicano (SAM), posibilitaron la aplicación de una política social con objetivos tan puntuales.

Como podrás darte cuenta, algunas de esas instituciones siguen existiendo y seguramente les resultan familiares, sin embargo, algunas otras desaparecieron o cambiaron de nombre.

 


 

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